La secularización y una de sus consecuencias – el cambio en la educación, aunque habíanEstudiantes Pixbay empezado mucho antes, irrumpieron en Europa dentro del paquete de la Revolución Francesa. El establecimiento de lo diferente entre lo civil o político, de lo religioso y eclesiástico ya venía de largo, pero se activó con un buen empujón de los racionalistas (Descartes, Espinoza, Leibniz, etc.) que bajaron de los “cielos” al pensamiento imperante, concedieron el “poder absoluto” a la razón y “divinizaron” la ciencia en pro del positivismo.
Nos trajo tantas cosas aquella revolución…quizás una de las más importantes fuera el cambio del modelo educativo. En España se ralentizó hasta la mitad del siglo XIX con la llegada de la Ley Moyano (Claudio Moyano, 1857), primera Ley educativa en España, integral y racional, y primer atisbo de secularización (“la escuela debe dar formación solo sobre la historia de las religiones, especialmente de la católica, como otra materia más. Si los padres lo solicitasen”). Giner de los Ríos y su Institución Libre de Enseñanza (1876, centros privados y laicos) crearon un sistema educativo distinto al establecido, para defender la “Libertad de Cátedra”, libre de dogmas en materia religiosa, política o moral. Sin embargo nada de aquello garantizaría la escolarización a la totalidad del censo estudiantil y siguieron siendo las entidades religiosas las que sacaron adelante a muchísimos chavales, y así ha venido siendo hasta hace muy poco tiempo. Para todo aquel que vivía en el medio rural, con muy pocos medios, y quería progresar en el estudio; o salía vía seminario – colegio religioso, o se quedaba en el pueblo trabajando el campo. De tal suerte que la Iglesia, a mi modo de ver, ha sido un apoyo fundamental a la educación en nuestro país.
Pero no, no es ese el asunto. Podríamos hablar largo y tendido pero lo que realmente me preocupa es otra cosa. Estos días, anteriores al inicio del curso escolar, los periódicos traían noticia de que se habían habilitado, en algunos colegios públicos de la ciudad, clases de religión para niños musulmanes, lo cual no me parece mal si en ese contexto metemos el resto de religiones, incluida, por supuesto, la religión católica. Pero he de confesar que me pilló en “fuera de juego” ¡¡Si vivimos en una sociedad laica y en nuestra escuela no existen símbolos religiosos ni otros ajuares, cómo es posible que me vengan con estas!!… pensé. ¿Podrá ser el “buenismo”?, ¡¡si hombre…!! Eso que queda tan bien, que es tan democrático y tan estupendo, pero de tan arbitraria aplicación.
La Iglesia Católica hace mucho tiempo que reconoce la laicidad y la tolerancia religiosa. Lo sorprendente viene cuando aquí se cuestiona ¡¡ y de qué manera!! la asignatura de religión en los colegios públicos y, sin embargo, se ponen aulas a las otras religiones, y mas aun, haciéndolo con el islamismo cuando, en muchos de los países en los que esta establecido, identifican sus preceptos con la ley propia del poder civil y del estado, impiden la libertad de otras religiones y niegan derechos humanos inalienables. La ” Ley Islámica” (la Sharia) no solo constituye un código religioso de orientación vital, sino que rige en la conducta y en las libertades de sus practicantes.
Supongo que es un tema puntual, por aquello de equiparar y quedar bien, al que no habrá que dar mayor importancia; pero me imagino qué pasaría si alguna escuela pública hubiera decidido no solo poner en su currículo las clases de religión católica, que al parecer todavía se puede lograr, si no hacerse eco de este hecho en los periódicos locales.
Se viene diciendo que la laicidad en las escuelas públicas da forma a la base de toda democracia, conlleva la libertad de pensamiento y la no discriminación por razón de las ideas, por tanto fomenta las condiciones políticas y sociales para el desarrollo de la libertad de conciencia, derecho fundamental en lo que a derechos humanos se refiere. Me gustaría saber qué piensan al respecto los que estudian o han estudiado en colegios religiosos. ¿Son, todos, unos reaccionarios?
En los centros de enseñanza se ha de preservar, de manera especial, la libertad de conciencia por tratarse de la formación de nuestros jóvenes. En la Declaración de los Derechos del Niño de 1959 y en la posterior convención de 1989, se dejó claro que “los Estados respetarán el derecho del niño a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”. Se ha de educar, sin dogmas, en todo tipo de conocimientos y en valores, en el respeto a los derechos humanos y en los principios éticos y democráticos. Con lo que estamos de acuerdo, pero entonces sobran valoraciones tales como: que el dinero no se puede gastar en la enseñanza de la religión, el cuestionamiento de su carácter de asignatura obligatoria y evaluable, o la puesta en duda de su valor formativo del que dicen no merece la pena y está fuera del tiempo en que vivimos.
Admito (por tolerante y por demócrata) que hay que respetar esto, pero también hay que tener en cuenta que, pese a todos sus pesares – que no son pocos -, la religión (la Iglesia) ayudó a que saliéramos del analfabetismo anacrónico que se padeció en España hasta bien entrado el siglo XX, será quien nos pueda dar respuestas a nuestros planteamientos espirituales, quien trabaje para defender y proteger los principios de la moral (aunque a veces deje, tremendamente, claro que también son humanos), y será quien mantenga su papel social en el último peldaño del sacrificio – allí donde no llegan las ONG y reina la miseria y la enfermedad (misiones, asilos, hospitales, etc.)
Dicho esto, dándole vueltas al tema…y es más que probable que fuera este el asunto alAdoctrinamiento que quería llegar. Me pregunto: dónde están, que pasa con todas esas plataformas y con los partidos políticos que ha venido apoyando con tanta vehemencia y contundencia una escuela laica, democrática y libertadora de pensamientos, de adoctrinamientos y otras valoraciones ; cuando podemos y pueden comprobar que los informes sobre la educación que reciben los jóvenes en Cataluña, indican que esta plagada de adoctrinamiento independentista, de alteridad, de exclusión lingüística y de mentiras históricas; que rompen con todas esas libertades y con alguna más, ¿qué hay de todos esos principios éticos que motivaban todos sus movimientos y todos sus esfuerzos por conseguir una escuela digna y libre de confesionalidad y de politización? ¿Es, quizá, que han desaparecido por lo que dice a ministra “responsable”.. que “controlar los libros de texto es censura”?.
Vivimos tiempos difíciles para la democracia y para nuestro sistema de libertades. Los partidos y la clase “dirigente”, en general, nos toman por tontos, piensan que todo vale, y de seguir así llegaremos al “SÁLVESE QUIEN PUEDA”. ¡No es posible…! me parece increíble, que el deterioro que padecemos no sea visto por esas personalidades, a las que todavía les puede quedar algo de sentido común y fuerza representativa en sus formaciones políticas, para instruir o poner orden donde ya solo queda salir del paso.
Manuel Jiménez García. (19.9.2018)